Este de Madrid







Para leer todos los artículos, ver el enlace siguiente: PINCHA AQUÍ (CLICK HERE) ( ここをクリックして下さい。 ) ( Klicken Sie hier ) (点击这里) (нажмите здесь) (Cliquez ici)

 

Lo mejor de nada (Capítulo III)


Vamos desnudándonos por puro instinto. Besos apasionados. Te falta tiempo para pensarlo. Me hace sentir como si fuera el único. Ritmo acompasado, o no, ¿acaso a medias? Da igual cuando se está conectado a esa piel tan ajena y tan propia a la vez, tantas veces recorrida. Ansiedad, penetración sentida. El momento se alarga lo suficiente. No puedes atrapar las emociones, sólo sentirlas. Es como intentar coger humo, como escuchar el silencio, como respirar en el vacío. Gemidos, gritos, sudor…, el placer llega y se esfuma. Emociones confusas, relámpagos de felicidad, agotamiento… Quedas exhausto.

Lo mejor de nada (Capítulo II)


Este tratado no pretende reivindicar lo mediocre, ni lo imperfecto, tampoco lo vulgar u ordinario; en realidad, se trata simplemente de reivindicar la normalidad. Nada más, así de simple.
Pero no puedo añadir más palabras, hoy no soy capaz de argumentarlo. Hoy no me siento con fuerzas.


Ando de paseo por aquí, estaré unos cuantos días y luego seguiré mi camino; sólo estoy de paso. No te pienso dar muchas explicaciones, no las necesitas. Pero no te preocupes, dicen que soy de fiar y, al fin y al cabo, sólo estoy de paso (y te puedo asegurar que no me amarraré a ningún poste). Podemos comer juntos, o beber algo, o simplemente pasear un par de horas por esa vereda. ¿Nos sentamos un rato en este banco? Te quiero contar algo…


Otras veces, las cosas importantes son las que nunca han pasado. Lo que nunca sucedió. También los sueños que se quedaron olvidados en la cómoda. (Me encuentro en un momento de la vida tan confuso como agotador. No sé exactamente lo que quiero; viajo sin rumbo. Persigo una fantasía que tiene tentáculos largos, deseos extraños e incomprensibles. Las flechas caen demasiado lejos, traspasan el horizonte y van más allá del abismo; no me atrevo a ir a buscarlas. Las pasiones son intensas y absorbentes, me inspira un hada lejana.



Do you believe
In what you see
There doesn't seem to be anybody else who agrees with me
(¿Crees en lo que se ve? No parece haber nadie más que esté de acuerdo conmigo)

Everyone's saying different things to me
Different things to me
Different things to me…
(Todos me dicen cosas diferentes, cosas diferentes...)

"In the Waiting Line", del album Simple Things (23 de abril de 2001), del grupo inglés de Trip Hop Downtempo, Zero 7.



Todo lo que tocas, todo lo que ves
Todo lo que saboreas y todo lo que sientes
Todo lo que amas, todo lo que odias
… / …
Todo lo que creas, todo lo que destruyes
Todo lo que haces y todo lo que dices
… / …
Y todo lo que está por venir y todo por lo que luchas
Todo lo que hay bajo el sol está en armonía…,
¡pero el sol es eclipsado por la luna!

(En realidad no hay un lado oscuro de la luna;
de hecho, todo es oscuro.)

Traducido de "Eclipse" -de Roger Waters-, publicada en The Dark Side of the Moon (17 de marzo de 1973), Pink Floyd.



Me dices que no me entiendes. Lo comprendo. Me ensartas con un largo discurso. Te escucho… Comprendo tus reproches pero ya no hay vuelta de hoja. Y no creas que no advierto que tu intención es buena, pero no puedo seguirte, todo eso que has apuntado es demasiado tópico, demasiado banal. Quizá yo esté desatinado, tal vez sea eso, pero ya no puedo regresar a quien era ayer, ¿sabes? Ya no atiendo a las reflexiones juiciosas. Pero te lo agradezco, siento mucha simpatía por ti.

Si tuviésemos en cuenta que todo lo que hacemos, decimos o pensamos es irrelevante, superfluo e insensato, no tendríamos tantos problemas por argumentar y defender posiciones a menudo tan absurdas como insignificantes: las nuestras. Otro gallo cantaría. Y aunque nadie nos llegue a desautorizar nunca, tampoco nos avalará el futuro.

(H. Gaudó, Reflexiones, Rivas Vaciamadrid, invierno de 2012)



En realidad no sé por qué estoy escribiendo esto, no sé si me hace bien contar mis intimidades. Cuando uno escribe lo hace por necesidad, supongo. Lo hace porque necesita comunicarse. Pero luego llegan gentes que no transmiten buenas vibraciones. Empiezan a llamarte los periodistas, los académicos y los eruditos, los funcionarios y algunas autoridades, todos los interesados, para invitarte a que cuentes lo bonito que escribes y cómo lo escribes y cuáles son tus métodos y tus ideas.

“A veces pienso que las charlas sin importancia en los lugares sin importancia son los momentos más importantes de mi vida”

Extraído de la película El mismo amor, la misma lluvia, 1999, guion de Juan José Campanella y Fernando Castets.

La línea vertida en las páginas previas trata de ser una metáfora sobre cómo se puede ser feliz en esta vida sin necesidad de apelar al dinero o al consumismo, de explicar que no necesitamos lo que nos venden los medios de comunicación o la sociedad.

Un escrito que pretende demostrar que se puede ser feliz simplemente apelando a nuestra cabeza -recurso siempre presto a ser generoso-, que se puede ser feliz de la manera más "tonta" y sin necesidad de tener nada, sin ser "propietario" de nada, sólo sabiendo reconocer qué es lo sustancial en la vida.

A veces es mucho peor. Sabes que te vas a encontrar de nuevo en situaciones similares. Pero ésa es irrepetible. Ésa era única e irrepetible. Es para echarse a llorar. No voy a precisar más sobre este particular, ya que cada uno tiene vivencias muy personales y no tengo intención de contarles las mías. A ustedes no les incumben, tienen las suyas propias que, seguramente, tampoco me van a relatar.


Podría tratarse de cualquier otro tipo de circunstancia. No existen pautas preestablecidas. Algo más personal, totalmente individual. Tal vez contemplar una puesta de sol (que evoca ciertos recuerdos), recibir una llamada telefónica, o una carta; estar con tu perro…, sentir los arrumacos de tu gato; leer un buen libro o disfrutar una película interesante, escuchar una melodía determinada o tocar un instrumento musical.



Y en menos de un segundo caes en la cuenta. La sensación de que estás viviendo momentos irrepetibles, una situación muy importante para ti, es terrible, opresora, aunque a su vez hace que vivas con más intensidad cada instante. Eso es la felicidad: unos días, unas horas, un rato…, sin más, así, a lo tonto. Es algo personal o, como mucho, compartido con otra persona (rara vez por más, pero también); compartido de manera bien distinta por cada cual –eso es seguro- pero al fin y al cabo, compartido.


Ha sucedido hace unos meses, mientras meditaba, como antaño, sobre cómo somos, sobre nuestras relaciones y afectos. A menudo efectúo toda suerte de autoanálisis y disecciono todo lo que acontece a mi alrededor. Es como un juego ¿saben?, un juego inocente que en ocasiones no lo parecería tanto.


“Hay cosas insignificantes que me han impresionado mucho y que guardaré siempre en mi memoria como la marca de un hierro al rojo vivo, aunque sean banales y tontas”

Les mémoires d’un fou (Memorias de un loco), 1838, de Gustave Flauvert
(Ruán, 12-XII-1821 – Croisset, 8-V-1880),